domingo, 10 de septiembre de 2017


Un día a la semana se reparten bolsas de productos básicos y se forman largas colas de gente esperando en la calle

A cinco grados

Para despedirse, el año bajó su temperatura, pero para calentarla, os parecerá mentira pero nada hay como enfrascarse al amanecer  en el laberinto de los puestos,  aun cerrados de las  setas, en una acalorada discusión por ser el primero en llegar a de la cola que se inicia, como cuando los tiempos del carbón. ¿Quién es la ultima?
Con cinco grados en la calle los dos jubilados casi octogenarios discuten por ser el primero cuando son los dos únicos que aguardan, por el momento, cuando siendo algo menos de las ocho de la mañana, y empieza a clarear el gélido dia saben que aun faltan como mínimo hora y media de espera para que llegue a hora de apertura.
 Qué poco vale el tiempo, para estos mayores que lo dilapidan en esperas cuando podían estar cuando menos, si no en la cama, al menos calentitos en sus casa.
Parece mentira pero cada día la pelotera se forma esperando la cola de espera  y no precisamente del carbón. Estos mayores, y los no tanto que a veces acompaña la trifulca diaria,  tienen un compromiso con la fidelidad, tanta  que no les importa nada, pero nada de nada, esperar allí, de tal que parece que guardar la cola les alimenta.
 Se diría que ahí está su felicidad, esperar cuanto más mejor, pues no adquieren algo que no sea posible en mil lugares, se diría que tampoco es lo mejor, mi lo mas ventajoso, pero la espera cabe pensar que les pone.
Viene a ser como eso que cantaba mi compadre de chaval (hace poco menos de sesenta años), y por estas peloteras que se forman a diario me lo recuerda. Pues fue algo que sucedió en su pueblo, un domingo por la mañana, y vino a formarla aquella que enfrascada en ser la primera derramó el perol de aceite por aquello que quería la porra y forma tal pelotera en el puesto de jeringo, que causó la burla de todos los chiquillos pues se empeño en ser la primera, y además llevarse la porra. Como dice mi entrañable amigo Alberto, teta y sopa.
A cinco grados hace frio en la calle, en el interior del laberinto empieza a notarse la calefacción, tanto como el ardor de estos dos que con los años superados ampliamente de la tercera edad, aun discuten hasta temer que se metieran mano por ser el primero, y encima tenerse que permanecer allí juntos y de pie, por más de hora y media, mirándose de continuo del refunfuño que les hervía la sangre en la tensa espera, y todo para adquirir los productos de su fidelidad, y lo peor del caso, es que el establecimiento dispone de tres dependientes, y en ocasiones se incorpora un cuarto, por lo que los tres primeros son atendidos al mismo tiempo.
 Es una alegría que aun se formen cola para comprar, que para nada importe permanecer un par de horas de pie, tal que pareciera que se fuera a acabar el carbón y no se pudieran encender un brasero, ni poner una olla, ni calentar unas planchas, posiblemente el tiempo del carbón se quedó en el olvido y estos mayores y los que no lo son tanto en la espera no quieren olvidar cuanto tiempo, como calidad añadida, les costó adquirir lo que en mil sitios podría comprar, pero evidentemente lo que les apasiona es calentarse la sangre para ser la primera. Si no, no se entendería. Pero he de decir que es todo un espectáculo increíble.
Sevilla a 31 de Diciembre de 2012
Cinco años después y la historia incriblemente se repite

No hay comentarios: