Inexplicable
Durante seis años y ocho mese le suerte me llevo a un
establecimiento en el que resultaba muy duro sacar para los costos que
originaba, y más aún lograr alcanzar para cubrir los gastos y además vivir aunque
fuera apretadamente. Cierto que el trabajo venia a ser, por escaso, a resultar cómodo, casi ideal para aguantar
septuagenario, hasta llegar a una merecida pensión que, por la baja cotización,
no alcanzaría la integridad del 100 % hasta enero de 2018. Hay que esperar.
Nada valía entonces pensar en nada hasta esa fecha, pero si existía
la posibilidad de continuar algo más de tiempo en aquel lugar realmente anti
comercial, por cuanto con jubilación parcial, y minimizada la cuota a la SS,
encontraba un beneficio de no menos de 450 euros y 250 euros que serian ingresos, como para pensar en continuar, por cuanto estas
cantidades parecería que mejoraría el panorama económico. Es decir encontraría en
ellos una significativa ayuda para seguir quien dice un par de años, pensando
en que una vez tocado el fin de la crisis, la cosa mejoraría en caso de un posible
traspaso al alza, dado que hasta la fecha estos se han producido a la baja.
Es posible que mis comentarios a lo largo de todo ese tiempo
acerca del denostado lugar, no fueran de satisfacción en una ubicación fuera
del recorrido comercial, pero acaso por
la visión que pudiera dar la imagen del mismo, hizo que muchas personas
advirtieran que en aquel negocio todo se hacía difícil, mas cuando entraba en
comparación con los de calle central, que tuvieron la suerte del sorteo.
Hubiera sido fácil, o no, si en el principio haber dejado
aquello y llegar a poder compartir,
acaso el mejor puesto de la plaza, por lo que todos los gastos en la
participación se hubieran reducidos, e
incluso el trabajo, cabe pensar que hubiera sido menester la adaptación necesaria, como en otros tiempos. Seguro hubiera sido
más flexible. El caso es que no se planteó. De siempre pensé en los motivos por
lo que se evitó, y creo que no estoy equivocado, por lo que el tiempo me hizo
alegrarme de cómo se dieron las suertes. No quero pensar en otra distinta.
Durante mucho tiempo, y a tenor de los tres últimos años en
los que “mis amigos” hacia difusión de mis supuestos penosos comentarios, (dado
que todos tenían amplia información de mis enormes pérdidas y la pesada deuda)
que se empezó a cuestionar por tal causa la posibilidad de que me desprendiera
del “lastre” del malísimo puesto de mi suerte y a “como fuera”, regalarlo,
dejarlo, ya fuera a la concesionaria, a la cooperativa, al ayuntamiento, y
recuperara la alegría de unas ventas en la calle central. Por nada del mundo, evidentemente
se me llegó a ocurrir hacer caso y “tirar” aquello que tanto me había costado.
Era evidente que necesitaba aguantar hasta final del
presente año y, a partir de ya, buscar
las posibilidades de encontrar un cliente para traspasar aquello y poder compartir
la calle central, acaso un año o dos, una vez que simplificados los gastos permitiría
la espera amable de una buena operación.
De ninguna de las maneras me desprendería de “aquello” sin tener la opción que
con reiteración era ofrecida, y más cuando llegado el momento, con jubilación
parcial y exenta de SS, permitiría otras alegrías.
Tres contactos vinieron con acierto, después de aquel que la
baja ofertaron en Enero. Tres, y solo en el mes de Junio, uno detrás de otro.
Ni que decir tiene que la mejor oferta, se hacía de forma inminente, por más
que le advertía de su error, por considerar su gran desconocimiento en este tipo
de negocios. Tres días después me envía un precontrato y adelanta la cantidad
que en este se establece.
Se hacía casi publico que aquello se llevaría a la práctica,
pero se con seguridad quien fue la primera persona que tuvo conocimiento de que
la operación se había llevado a cabo.
Ni que decir tiene que con toda la carga de la duda, lleno
de incertidumbre, el sentimiento de nostalgia de un lado y la alegría de otro
que iniciamos este mes de Agosto con destino a otra etapa posiblemente más interesante
desde el punto comercial y con la lagrima fácil empezamos a deshacer todos los
recuerdos acumulados en los seis años, y trasladar aquello aparentemente
servible en cada caso.
Evidentemente lo que pensaba no era compartido, por lo que cabía
pensar que una cosa es lo que se dice u otra lo que sucede, así que por más de
tres años, recibiendo el consejo de cambiar un lugar decrepito y desértico, con
un generoso ofrecimiento de tira aquello y vente aquí, y que a la postre resultó
que lo era que una operación favorable quedara truncada, cuando se manifiesta,
en la alegría de las cantidades, “y que
saco yo de esto”, apareciendo junto, la
velada intención llevada a cabo desde hace tres años, de ceder a un tercero, que aparece ahora y por
una cantidad pactada con anterioridad, tanto como fue ofrecido. Sin uno, cedido
en firme en contrato de arras, y de
pronto sin el otro.
La situación no deja otra salida, cuando aparece, no solo el necesario
deseo de sentir acompañamiento en la soledad de la dolorosa enfermedad, si a
esta se le une lo que era una disposición personal y reservada, desde hace más
de dos años, para llegar al jubiloso y merecido descanso, una vez que cantidades
y necesidades del vivir se encuentran en el presupuesto ajustado. Así no queda
otra opción que por generosidad sea, previo pago fraccionado, cambiar de sitio,
acaso no solo resistir hasta fin de año, más la alegría de la venta me hace
rejuvenecer, a duras penas, y lo mismo en breve plazo logramos mejor oferta.
Sin duda el sitio las mereces.
No ha podido ser, hay demasiadas palabras dichas, una cosa
es lo que pensaba, otra la realidad. No es igual un dedo que el otro y eso que está
en la misma mano, no es igual el puto puesto, que algo que ha dado tanto, que
trabajar. El deseo se ha frustrado pues el futuro depende de nada, pues esto es
breve, mas era solo una posibilidad que no se llevaría cabo, y es que no es lo
mismo ni con razón o sin ella, pensar por uno, que por otro. Nada deseo más que
todo sea para bien.
Sevilla a 30 de Agosto de 2017
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