Vísperas
No son buenos recuerdos los que esos miércoles me traen.
Desde hace muchos años aparece en mi memoria los planes que hicimos para el
jueves de custodias, y que ni el calor de la mañana calentó la sangre helada.
Parece que todo empieza a ser el final, y en estas vísperas de
nuevo la herida del pasado viene abriéndose en los recuerdos de lo que puede
concluir después de tantos años que llevo la vida en esta Encarnacion que tengo
decidido abandonar.
Contrario a la demolición del viejo edificio, por cuanto
nunca se tuvo claro como se iba a reconstruir, el tiempo llego pasando y con
ello llevándose a demasiadas ilusiones por más que estuvieran equivocadas. Disgustado
por lo sucedido, y lamentándolo por siempre, no cabía más, abatido por la mayoría mas que
ignorante, que esperar que se produjera algo
imposible, y en la responsabilidad, la
que había permitido el enjaulamiento voluntario de quienes entregaron como
perdedores en la batalla sin librar el escaso botin de guerra de una propiedad expropiada,
para que estos se vieran en su reducido número, comprimidos en ridículos espacios
bajos los asbestos del supuestamente efímero
mercado, y acaso allí aguantar la solución que para mayor vergüenza, llegaría en
forma de capricho, cuando solo quedaban un tercio de los pobrecitos placeros.
Son las vísperas las que hiela hasta el tuétano de tener que
desprenderse de toda la vida de una piel que conserva demasiadas marcas. Nadie
puede saber que pasará mañana, pero si hay algo seguro es que mañana llega, y
este nos indica que ya hace mucho de ayer y de hoy. La víspera de velar armas
como un Quijote, que no sabe que enemigos traerá el campeo de nuevos terrenos,
ni que aliados, ni que compañeros de nuevas andaduras en el nuevo tiempo que
vuela.
Decididamente ni debe de haber vuelta atrás, mas si no,
tampoco dispongo de mucho tiempo, pero podría esperar algo incluso temiendo que
tal vez no llegue un mejor momento, ni
mejores operaciones, a tenor de la que se me ofrece, por más que pueda ser que
la cosa se dice que está mejorando después de la crisis económica que le cogió a
lo de las setas de lleno. Siendo poco, lo creo justo.
Estas vísperas son para salir del laberinto y ojala le ponga
la puerta automática, esa que me ha tenido en tensa espera de un retiro
jubiloso, y durante más de seis largos años, me ha llevado realizar equilibrios
con ventas de escaso público que se evaporaban entre costos y gastos, que no se
hubiera dado tal suerte de haber existido una puerta por la que entrar.
Sevilla a 15 de Junio de 2017
Francisco Rodríguez Estévez
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