Tiempo penitencial
El pecado fue hace mucho tiempo, pues resultó ser mortal cuando se dejó que otros
construyeran sueños, mientras los pobrecitos placeros dormían su reparadora siesta,
y en ella cada tarde las responsabilidades se alojaron, ojo avizor, vigilantes, como los de la
playa, vaya, vaya, mas aun con asignaciones del fondo que bien valdría la vigilia, pero sin
ayuno, pues más parecían bien
remunerados fondos de pensiones con cargos a los presupuestos generales.
Indudablemente que se sabía, mas no que fuera tanto su cuantía, pero
para que les voy a contar, que con el trabajito que cuesta ser profeta, parecía
imposible que nadie tuviera sospechas insidiosas hacia tan abnegados compañeros, que aun jubilado se posesionaba como adalid, por el cariño que profesaba, y miraba por el interés en la confianza generada en veintidós
años de sestear los compañeros en sus propias narcolepsias, a cuento de que convendría tocar diana y crear alarma social cambiando el panorama
viciado de la retreta.
Por suerte los directivos son altruistas, y en sus luces y relevancias, les basta con saberse que forman el Consejo Rector, y por lo tanto ya no perciben cantidad alguna.
Le llega a esta Encarnación su tiempo penitencial, después de
tres años de aquí para allá, aparece la sentencia, pues, según estaba escrito,
de esta condena nada le puede salvar.
Ocurre, que los directivos remunerados, los de los veintidós
años, tuvieron a mal, antes de la huida, que no fuga, y teniendo en todo
momento el asesoramiento jurídico pertinente, proceder a despedir al personal
que realizaba los distintos servicios en la plaza provisional, así como en la razón
social.
Cuatro trabajadores que en 2010, entraron en una negociación, a
espaldas de los interesados, y que por lo que cuentan, (pues nunca se vio un
papel firmado) estos serian acogidos por la concesionaria, sin pensar que
existiera la posibilidad de que esta les pudiera mandar al túnel de las Pedrizas, al puente de Siracusa,
o al mismísimo canal de Panamá, antes que al mercado de formica.
Por suerte para ellos,
el despido además de improcedente, no tenia, en ninguna disposición expresa en el
contrato de las partes, para que estos empleados fueran moneda de cambio, y en su
derecho, la concesionaria, salvo dinero en metálico, y explotación de edificios municipales, resulta que no los acepta, por lo que el vía cruxis estaba
servido.
De Herodes a Pilatos, ante Anás y Caifás, no importaba
sufrir en sus carnes las caricias del “flagrum” despiadado del capricho, estaba
escrito que la Encarnación
tendría que pagar los pecados cometidos, para la salvación de los hombres.
Hoy me llega la noticia de que estos hombre, según sentencia
del supremo, (como lo del PGOU, pero en serio), a resuelto tal como era
predecible a favor de estos trabajadores, y desconociendo lo que se dice en
ella, nada me aparta de que se tendrá que indemnizar de forma generosa, por
cuanto se tienen que incluir los intereses, mas las costas judiciales, y el
daño psicológico que tal atropello les pudo causar.
El caso es que a esta Encarnación caída por las ventas,
abandonada por la responsabilidad, y con la misma asesoría que aconsejó a los vigilantes llevar
a cabo semejante actuación, y la
posterior defensa en los tribunales, evidentemente sin éxito, no tiene otra, a menos, que se puedan localizar a los
anteriores responsables, esos que “se llevaron algo mas que veinte años”, y que
menos que en la medida posible exigirles las responsabilidades económicas a las que la desacertada decisión,
que llevaron en el sigilo, y que nos puede conducir, como estaba escrito, directamente
al Gólgota. ¡Que cruz!
Sevilla a 31 de Enero de 2014
Francisco Rodríguez Estevéz