Dicho queda
Ni hace falta decirlo ni más alto, ni más claro, pues,
siendo algo que de entrada salta a la vista, no puede ser de otro modo ya que si
no queda otra salida, todo se deba a la inoperancia, e incluso al desinterés.
En lo de la
Encarnacion, plaza municipal de abastos, lo evidente acaso sea que a la
concesionaria-adjudicataria y constructora, pues como que poco interés puede
poner en ella cuando la gestión, según el contrato, es municipal. Otra cosa
seria que desde la administración pública se le exigiera alguna vez el cumplimiento de la Ley, por cuanto siendo la
empresa constructora no tuvo en su momento en cuenta la existencia de esta, de
igual modo que se incumpliera el propio “Reglamento de mercados municipales de
Abastos de la ciudad de Sevilla”.
Para siete años, como las plagas de Egipto, y sigue el lugar
en la misma situación de transgresión, sin que por parte de la administración
responsable del cumplimiento de normas y reglamentos, y qué decir de la Ley, se
hubiera realizado allí la mínima acción
tutelar por obligatoriedad que tiene en la ciudad y en los edificios ya sean privados o públicos, pero cuando menos
tener el “detalle” donde en lo que como plaza municipal de abastos de la
Encarnacion tiene la responsabilidad añadida de su gestión directa.
Se decía, que las plazas de abastos son indicadores de la ciudad, malo será que esta
de la Encarnación con laberintico diseño lo pueda ser, y es que peor imagen no
podría darse cuando en días en los que el público no llega, deja ver la
palpable soledad en la que puede advertirse sin error ni dudas, la pésima gestión llevada a cabo.
Que se podría decir que ocurre para que la plaza municipal
de la Encarnacion, enclave en pleno centro de la ciudad, bajo el icono del
“Metropol-Parasol” transcurridos más de seis años, que mas aparece triste y
vacía, como algo anti-comercial y decadente que nada tiene que ver con aquel emporio de riquezas, locomotora del sector, y
sinergia del comercio en fallido vaticinio del tándem del pacto de progreso,
que tuvo el aplauso de los placeros y el silencio palomero.
Dicho queda que allí existen problemas cuando los placeros
dejan sus puestos, cuando el recorrido comercial del viario interior crea desigualdades,
cuando el público empieza a escasear, y cuando aquellos que llegan tienen dificultades
en principio para encontrar la entrada, y de salida una puerta automática. Pero
lo dicho, si instalar una puerta automática es un problema solo para el público
como se puede llegar a pensar que pueda resolverlo el Ayuntamiento responsable
de la gestión, menos aun la concesionaria-adjudicataria-constructora, que alquila
puestos a la baja con el firme propósito de que aumenten las vacantes, y qué
decir de los pobrecitos, que ni echan cuenta de las que deberían de echarlas.
Lo dicho.
Sevilla a 12 de Marzo de 2017
Francisco Rodríguez Estévez
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