Agibílibus
No es fácil encontrar la palabra justa, cuando se desconocen
tantas, para definir con fidelidad lo que se quiere expresar, pues si esta
existe, es mejor utilizarla que emplear otras susceptibles de interpretaciones,
quizás mas enriquecedoras, pero que se apartan del la concreción. Es lo que
siempre se llamó al pan, pan, y al vino, vino.
Por eso no dejo de consultar a mi viejo diccionario, al que
tengo atiborrado de puntos de colores, marcas, asteriscos y otras claves, a fin
de tener localizadas esas palabras que permiten comunicar adecuadamente lo que
se pretende, pero este no deja de descubrirme el significado de tantas otras
para seguir poniéndole el correspondiente localizador multicolor.
En esto que me ofreció esta, otra más, desconocida para mí,
siendo tan antigua como la civis, la polis, y el mosaico de la Medusa que
estaba debajo del sotano del puesto de Montada, carnes y chacinas, vaca,
ternera y productos del cerdo, y que al estar de actualidad, podría utilizarla
de inmediato, se trata de agibílibus y dice que significa “habilidad para
procurar la propia conveniencia”. Un pelotazo.
Continua explicando que se emplea en Economía, pero tengo la
impresión que le viene al pelo a aquellos que por las urnas están dedicados en
cuerpo y alma al servicio de los ciudadanos y ciudadanas, hasta hacer de su
sacrificio y abnegación modus
vivendis, modus operandis, modus insigne
devocione, que ni a soñar, con tanto sueño, y tanta construcción de sueño,
optarían por meritos, alcanzar los agibílibus que la caoba otorga.
Urbis et orbe, que no es que estorbe, ni ora et labora, una
reivindicación de astilleros, pero en lo de la Cruz ya no hay dudas de alguien
hizo su agibílibus, (antes Agosto), en este tan caliente, que hasta los que
hicieron el suyo en las carpas marbellíes, se enfrían en las sombra.
Y es que eso tiene el parasol playero, ¡ay Encarnación! De sombra alargada,
que su agibílibus, atrae a tantos como moscas al panal de rica miel.
Quien a buen ladrillo se arrima, buena sombra le cobija. El
refrán decía árbol, pero con eso de la tala, las enfermedades, y su ciclo vital
dependiendo de las mediciones de la forcípula, como que quedan pocos, por eso
se reinventa la vela, en su versión rígida y patrocinadora, como variante a las
de argollas, y la gracia toldillera, de la calle pasopalio, de novedosa
actualidad, dando sombra a tantos acogidos, que algunos, pensando en como será
lo que dé la epatante cubierta, se frotan las manos imaginando esa sombra
generosa, donde tanto agibílibus debe de aparecer, con lo que puede que la
umbría fresca, como la cerveza, alcance para todos.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla 10 d Agosto de 2006
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