lunes, 4 de febrero de 2008

NUEVE ESTACIONES (con la del metro)

De fenicio a galáctico

Ante la decepción de una inauguración anunciada para Otoño, aplazada para Primavera, y demorada para el Invierno,( justo para dentro de ocho estaciones) no queda otra que esperar, ante argumento tan sólido como es la seguridad, para que el calculo de las laminas del revestimiento de estos hongos gigantes, tal vez alcauciles, sea el correcto, incluso, si le viniera el sobrepeso de una copiosa nevada.
Cierto es, que a muchos dejó frío la noticia después de tanto tiempo, pero a nada se volvió a la tibieza en pleno carnaval.
Con la cuaresma encima y los quinarios en puerta, los únicos hongos que preocupan son los de la pudrición parda producida por las esporas activas, que serán atacados con fungicidas, por el restaurador, una vez que acabe la Semana Santa, lo que no impedirá, salvo la lluvia, que por los de la Encarnación pueda procesionar en el misterio.
Convendría pensar sacar algo positivo del lógico retraso que, con dos veranos por delante que sufrir bajo las chapas del mercado provisional, la responsabilidad tome alguna medida para que se bajen algunos grados a fin de hacerlos mas llevaderos, pues técnicas hay, y al menos para que los vendedores tengan en ese amplio periodo una adaptación y no les suponga un choc lo que cuesta entrar de sopetón en la modernidad climatizada.
Tambien se puede aprovechar el impasse, que tal vez pueda prolongarse por aquello de la realización de la estación del metro, la terminación de la excavación arqueológica, clausurar la inútil rampa, la colocación de las obligatorias celulas fotovoltaicas, y la posible afectación en eso de la contaminación visual de la nueva Ley del Patrimonio Histórico, que, antes de que se redacte el nuevo reglamento de mercados de abastos, al parecer previsto por la poca aplicación del actual, nada mejor que estando en vigor pueda ponerse en practica algunos de los artículos acerca de la formación y técnicas de ventas, cuyas enseñanzas vendrían al pelo a estos vendedores, antes de jubilarse, para que acostumbrados a unas estructuras obsoletas, del siglo XIX, (1820), degradados por unas instalaciones provisionales del siglo XX, (1973), el salto en su preparación nada tendrá que ver al que de ellos se espera en estas nuevas instalaciones, de vanguardia, modernas y futuristas del siglo XXI,(200(¿)), en las que estos vendedores tendrán que desenvolverse, al menos con cierta seguridad, sin temor al desplome.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla 4 de Febrero de 2008

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